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Instituto Nacional Sanmartiniano

La estatua a San Martín en la Plaza de Marte (1862)

Hace 160 años, se inauguraba en la ciudad de Buenos Aires la primera estatua al Libertador General San Martín en el mundo. Capítulo del libro "Repatriación de los restos del general San Martín. Un largo viaje de 30 años (1850-1880)" de Martín Blanco y Roberto Colimodio. Gentileza de sus autores.

La iniciativa chilena a instancias de Vicuña Mackenna de erigir una estatua ecuestre en Santiago de Chile y la prédica encendida de Sarmiento fueron dos poderosos antecedentes que coadyuvaron a movilizar en Argentina la concreción de una estatua que glorifique al Gran Capitán.

Será la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires la encargada de llevar adelante las diligencias y los gastos necesarios para materializar en el bronce el homenaje que a lo largo del país, y por diversos factores, todavía estaba inconcluso.

Esa Corporación tenía entre sus proyectos trabajar en el embellecimiento del Paseo de Marte, así lo indican las Memorias Municipales de los años 1856 y 1857 de convertir esa plaza en un paseo público [1].

Recién en 1860 se formó una Comisión destinada a tal fin, compuesta por los Sres. Joaquín Cazón (Presidente); Constant Santa María (Vicepresidente); Santiago Albarracín (Tesorero); Leonardo Pereira (Secretario); Hilarión Medrano y Manuel Aguirre, que dispuso que:

En la parte alta y central del paseo, además de las hileras de árboles, bancas y pequeños jardines de ornato laterales, habrá una esplanada que facilitará una hermosa perspectiva (…) habrá una fuente y dos estatuas ecuestres de bronce [2]. Una de ellas será la del General D. José de San Martín y la otra de otro ilustre Arjentino: dos monumentos encomendados a París, que deben considerarse como obras adelantadas del arte moderno, El primero está actualmente en construcción y en el año 1861 debe hallarse en esta ciudad (…) La estatua ecuestre del General San Martín tiene diez metros de altura, cinco el pedestal de mármol y cinco desde el bazo del caballo…”[3].

Se encargó la escultura al francés Louis Joseph Daumas [4] el mismo que ya estaba moldeando la solicitada por Chile con algunas diferencias; según la Memoria municipal, San Martín portará en su mano derecha “la espada que hizo brillar con tanta gloria” en lugar de la bandera plegada que tendrá el modelo chileno [5].

Al respecto diremos que aquí el escultor optó por representar a San Martín con su brazo derecho extendido hacia la Cordillera y “apuntando con el dedo el punto por donde llevó sus legiones a la victoria”[6]

Otra diferencia está en que en la estatua chilena la cola del caballo forma un punto de apoyo indispensable en el pedestal (habida cuenta los movimientos sísmicos que acontecen en aquel país) y que en Buenos Aires la cola del animal quedó flotando sin apoyo, descansando el corcel sobre sus dos patas traseras.

En 1861 se verificaron importantes progresos en el proyecto municipal, así surge de la Memoria que: “Lo que más mérito dará a este paseo es la magnífica estatua ecuestre del general San Martín, que debe llevar en su centro, y cuya hermosa base de mármol blanco, está ya depositada en el local inmediato al lugar donde debe erigirse el monumento”.[7]

Carta de Balcarce

Desde París, el 5.Mar.1862 Mariano Balcarce escribió al tesorero Don Santiago Albarracín, lo siguiente: “…espero que muy pronto llegará a esa la estatua ecuestre de mi venerado padre político el General San Martín y me lisonjeo que V. y demás miembros de la comisión del Paseo de Marte quedarán satisfechos de su ejecución, habiendo merecido aquí la aprobación de los inteligentes en el arte, que la han examinado detenidamente. Mi señora y yo agradecemos la parte activa y especial que ha tomado en esta demostración pública…”.[8]

La estatua (desarmada) llegó a Buenos Aires el 13.Abr.1862 y se la inauguró sobre el pedestal de mármol blanco mirando hacia el este [9]. El grupo ecuestre en bronce tiene 3,5 metros de alto y 3,5 toneladas de peso [10].

Últimos preparativos

Días antes de la inauguración de la estatua en la Plaza de Marte, se labró un Acta en presencia de ilustres personalidades, entre ellas las de don Bartolomé Mitre, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Encargado del Poder Ejecutivo Nacional de la República, el Brigadier General D. Enrique Martínez y el General D. Matías Zapiola, también rubricó el Acta el Sr. General D. Lucio N. Mansilla.

En dicha jornada, y según consta en el Acta en cuestión: “Los señores de la Comisión depositaron en la urna que tenían preparada al efecto, la medalla que para este acto le destinan con otras más, como una manifestación de respeto a su inmortalidad (..) depositándose también la presente (Acta) para la debida constancia a presencia de mí el autorizante de todo lo que doy fe” [11].

El 9.Jul.1862, la Comisión de Fiestas del Municipio cursó la correspondiente invitación al General Mitre, señalando el día 13.Jul.1862 como el elegido para la solemne inauguración.

A medida que se aproximaba la fecha inaugural de la magistral escultura, la Municipalidad de Buenos Aires tomaba las disposiciones del caso, entre ellas se designó a Matías Zapiola [12] como padrino de ceremonia, que a la postre y por razones de salud debió ser reemplazo por Enrique Martínez el día 13.

Un día después, se envió una Circular a los Generales y otros Jefes de la Guerra de Independencia indicándose como punto de reunión el Cuartel del Regimiento de Artillería en la Plaza de Marte.

Con todo ya dispuesto, y a fin de dar toda la solemnidad que correspondía al acto de la inauguración de la estatua del fundador de tres Repúblicas, el 11.Jul.1862 el gobierno nacional dictó un decreto que en la parte resolutiva indicó:

1° Las tropas de la guarnición al mando del inspector general formarán un cuadro, quedando en el centro la estatua y el espacio suficiente para las corporaciones que acompañan al gobierno.

2° Una vez que el gobernador, encargado del Poder Ejecutivo de la República se presente en actitud de descorrer el velo que cubre la estatua, la línea presentará las armas.

3° Descubierta la estatua, será inmediatamente saludada con música, dianas, vivas y una salva de 21 cañonazos.

4° Concluida la ceremonia, las tropas se retirarán a sus cuarteles, quedando desde este momento establecido un centinela al pie de a estatua que lo dará la guardia de los cuarteles vecinos.

5° La Inspección General de Armas invitará a los veteranos de la Guerra de la Independencia, para que el día de la inauguración de la estatua, se presenten en cuerpo separado y hagan la guardia a aquella, durante la ceremonia, mandando dicha guardia el general más antiguo. [13]

Al decir del historiador y cronista de estos acontecimientos, Don Juan María Gutiérrez:

“Todas estas disposiciones se cumplieron con la mayor exactitud. La Municipalidad por su parte, se esforzó por contribuir a la solemnidad de aquella ceremonia, representando dignamente al pueblo de Buenos Aires.

La antigua plaza del Retiro estaba adornada con banderas patrias y de todas las Naciones (…) La estatua estaba cubierta con un velo azul y blanco: un viento fuerte y frio que venia desde las Cordilleras lejanas, quería a cada momento desgarrarle, como para satisfacer la impaciencia que manifestaba el pueblo para contemplar la figura del héroe…” [14].

Junto al General Benito Nazar, que presidia las fuerzas militares encargadas de tributar los honores decretados al Libertador, estaban los veteranos de la guerra de la independencia luciendo sus entorchados, lo que daba a la ceremonia un marco inmejorable.

Disposición de la comitiva

Ubicados en un tablado levantado para la ocasión para la comitiva y los concurrentes oficiales, estuvieron presentes:

Brigadier General Bartolomé Mitre, Gobernador de la Provincia y Encargado del Poder Ejecutivo Nacional; Dr. Cosme Beccar, representante de la Municipalidad de Buenos Aires, el Ministro Plenipotenciario del Perú, Buenaventura Seoane; Brigadier General Enrique Martínez; los Señores Ministros de Gobierno y de Guerra; los Señores Generales, Tomás Guido, Ángel Pacheco, Juan Madariaga, Gervasio Espinosa, José María Pirán; el Cuerpo Municipal de Buenos Aires; la Exma. Cámara de Justicia, los Jefes y Empleados de las oficinas de Gobierno, los miembros de la Comisión para la formación del Paseo de Marte, los Jefes y Oficiales de Línea y de la Guardia Nacional.

Asimismo, los Jefes y Oficiales de los Ejércitos de la Independencia que formaron la Guardia de honor al pie de la estatua durante la ceremonia fueron los siguientes: Coroneles: Alejandro Danell; Domingo Sosa; Francisco Seguí;  Faustino Allende; Nicolás Granada; Rufino Guido; Coronel Graduado Rufino Sado; Tenientes Coroneles: Mariano Moreno; Manuel Cordóva; Félix Ortiz Alcalde; Pedro Rodríguez; Patricio Ochoa; Teniente Coronel Graduado Domingo Martínez; Sargentos Mayores: Vicente Robles; Romualdo Nuñez; Juan Medeiros; Sargento Mayor Graduado Juan Zamudio; Teniente Crispín Castañares.

Los discursos

Alrededor de las 13.hs de aquella memorable jornada, tuvo lugar un notable discurso del General Bartolomé Mitre del cual extractamos las siguientes sentencias:

“La justicia póstuma de los pueblos ha comprendido al fin en el gran Capitán y el hábil político, al hombre superior  a las ambiciones vulgares, que supo dirigir la fuerza con inteligencia y con vigor, y usó del poder con moderación y con firmeza, para hacer servir todo al triunfo de la grande y noble causa a que había consagrado su espada, su corazón y su cabeza (…)Al fin, señores, después de aquella larga y tenebrosa noche de ingratitud y de olvido, la gloria de San Martín se ha levantado como una estrella del cielo americano.

La República del Perú la primera que le decretó en vida una estatua, ha glorificado dignamente su memoria, y ha atendido generosamente a sus descendientes.

Chile, que durante parte de su destierro lo consideró como el generalísimo de su ejército, abonándole el sueldo que su patria no se creía en el deber de darle, ha sido la primera que ha realizado el pensamiento de erigirle una estatua, que inmortalice su memoria para los presentes y para los venideros.

Y Buenos Aires, por último, presidida por su Municipalidad, asociada al Pueblo y al Gobierno en representación de su patria agradecida, ha erigido también una estatua ecuestre, cincelada en el bronce, para perpetuar dignamente el recuerdo de sus altos hechos, y presentarlo a la admiración de los presentes y de los venideros, montando un caballo del metal de sus cañones que no se fatigará jamás de llevarlo sobre sus hombros, como no se fatigará jamás el genio y la gloria, de levantar en alto su corona cívica y militar de luces y laureles” [15]

Mitre no desaprovechó la  oportunidad para resaltar que aún quedaba pendiente la concreción del deseo de San Martin para que su corazón descansara en Buenos Aires:

“El breve espacio que llena ese soberbio pedestal de mármol será el único pedazo de tierra que San Martín ocupará en esta tierra libertada por sus esfuerzos, mientras llega el momento en que sus huesos ocupen otra pedazo de tierra en ella”.

Como bien lo indicó el historiador Enrique Mario Mayochi, posiblemente hayan sido muy pocos los que entendieron el mensaje existente en lo mas hondo de aquellas palabras [16]

Finalizado el discurso de Mitre, se descorrió el velo que cubría la estatua del prócer, lo que dio lugar a un saludo con salvas de artillería, conjuntamente de un repique general de campanas, acompañado de la música castrense.

A continuación tomó la palabra el general Enrique Martínez, padrino de ceremonias quién sirviera bajo las órdenes del Libertador, pronunció: “Los pueblos que estiman sus glorias, jamás olvidan los servicios de aquellos ciudadanos que han contribuido a conquistar su independencia. La prueba de lo que acabo de indicar es que, hoy se hace la inauguración de esta majestuosa estatua, a la vez que se prepara otra para el ilustre General Belgrano.

Estos monumentos, señores, son un recuerdo de los triunfos adquiridos para fundar nuestra emancipación, y sirven también para que a su vista los corazones de la juventud estén siempre inspirados por el amor a la libertad”.

Por parte de la Municipalidad de Buenos Aires, a cuyo impulso se debió en gran medida la concreción de aquella escultura, tomó la palabra uno de sus miembros mas jóvenes, el Dr. Cosme Beccar que dijo:

“…Tu memoria será en la posteridad blasón de noble orgullo para todos los que tienen entusiasmo por la gloria de su patria y por el genio de sus héroes.

Por eso es que el pueblo todo se reúne hoy al pie del monumento que te conmemora. Felices de haberlo hecho: hemos ejecutado un acto de justicia ofreciendo a todos los ciudadanos un modelo: en él deberán buscar las más grandiosas inspiraciones”.

En representación del Perú, última Nación redimida por San Martín habló el Ministro de aquel país en Argentina, Don Buenaventura Seoane Heredia y dijo:

¡Padre y fundador de tres naciones! Vencedor en Maipú y primer sitio de Callao, el representante del Perú os saluda.

Espíritu del primer Capitán General del Perú. Enciende una vez más tu fuego sagrado en el corazón de la América independiente, para que levante su entusiasmo y sea una, fuerte e invencible”.

Llegó luego el turno del dilecto amigo y confidente del Libertador, un anciano Tomás Guido hizo uso de la palabra, ante la mirada emocionada de los concurrentes, para expresar:

“¡Que no me sea dado el poseer el divino don de la elocuencia para usarle en este momento con toda la vehemencia de mi alma, empezando por animar esta estatua al resplandor de los gloriosos recuerdos que ella inspira!. (…)De aquí: de esta misma plaza, donde la multitud palpitante de emoción y de santa alegría, contempla la imagen del General San Martín, partieron adiestrados por él en el noble ejercicio de las armas, la segunda falange de guerreros, destinados a llevar adelante la empresa de emancipar un mundo. Eran los granaderos a caballo”,  y concluyó “inclinémonos con respeto a la presencia de ese bronce que simboliza  tanta gloria, modelado por la más bella de las artes. Queda la amistad misma eclipsada y silenciosa ante las manifestaciones entusiastas del pueblo ansioso de conocer a nuestro General hasta en sus facciones varoniles y en su gallarda apostura; y que ese recuerdo sirviendo de perpetúo estímulo al patriotismo y al honor, venga a sustituir y a borrar la palabra ingratitud en el libro de oro de la República Argentina”.

Finalmente cerró los discursos el General Lucio Mansilla, que inclinando su espada hacia la estatua que se inauguraba señaló:

“General San Martín, nada más justo ni más conforme al respeto con que recuerdan vuestro esclarecido nombre todos los argentinos, que lo que el heroico pueblo de Buenos Aires, iniciador en la República de todo lo grande y patriótico, que colocar vuestra estatua en la misma plaza donde está el cuartel que os vio formar el Regimiento de Granaderos a caballo, que hizo flamear con tanta gloria el estandarte que le disteis desde San Lorenzo hasta Pichincha. Desde esta misma plaza habéis partido a esa serie de campañas que dieron la emancipación de Chile y la creación de las Repúblicas del alto y bajo Perú”.

La memorable jornada finalizó con el depósito del Acta y de las medallas a las que nos referimos oportunamente, las que fueron colocadas en una urna de porcelana herméticamente cerrada, que fue colocada en la base del pedestal.

Repercusión en la familia del héroe

Nuevamente será Mariano Balcarce el encargado de transmitir la emoción de la familia ante tamaño suceso, y lo hará en carta al Sr. Santiago Albarracín, esta vez desde Inglaterra y con fecha 4.Sep.1862 dejará estas impresiones:

“… en breve anunciaré la remisión de la verja de hierro [17] y los faroles para la estatua (…) Esta circunstancia me proporciona renovar a V. en particular a nombre de toda esta familia, y por su conducto a los señores miembros de la comisión del paseo Marte, nuestro vivo agradecimiento por el generoso y patriótico empeño con que han cooperado a honrar la memoria de mi ilustre padre político el general San Martín.

A Buenos Aires correspondía dar este ejemplo de justicia y reparación, que no dudo será muy pronto imitado por Chile y el Perú, que deben principalmente su independencia a aquel benemérito argentino, de cuya abnegación y desprendimiento, no ofrece otro ejemplo la historia de nuestra revolución. Vd., mi señor Albarracín, ha sido el ciudadano elegido por la providencia en suerte, para llevar a cabo no solo este acto de justicia del pueblo argentino, sino también para ser el autor de la moción ante las cámaras, para la traslación de los restos mortales del general que reposan en el hospitalario pueblo francés…”. [18]

Agradecimiento de Balcarce a Mitre por su discurso

Unos días después desde Jorquay (Inglaterra) de vacaciones de verano con su familia, escribiría Balcarce a Bartolomé Mitre agradeciéndole “por la amistosa benevolencia que me dispensa, por las demostraciones de gratitud nacional y de patriotismo con que ha querido usted solemnizar la inauguración de la estatua de mi venerado señor padre político, y, sobre todo, por el magnífico e inspirado discurso con que ha honrado usted su memoria, cuya lectura nos ha entusiasmado y enternecido, pues ha recordado usted en términos muy elocuentes los eminentes servicios de aquel ilustre argentino y la ingratitud o indiferencia con que durante muchos años había sido tratado”[19]

La profecía de Sarmiento

De esta manera, se concretaría, lo que cinco años antes anunciará casi de manera profética Don Domingo Faustino Sarmiento en 1857, al decir:

“Cuando Buenos Aires se sintió libre, se acordó del mártir de sus libertades; los huesos de Rivadavia tienen ya su lugar de descanso en el panteón argentino [20]. Cuando sienta que no hay grandeza sin el nombre y las glorias argentinas, las cenizas de San Martín reposarán no lejos de su estatua ecuestre, a la puerta del cuartel de los Granaderos a Caballo, en el Retiro, dando frente al occidente y señalando con su dedo hacia los Andes…”.[21]

 

Por Martín F. Blanco y Roberto A. Colimodio

Primer capítulo del libro "Repatriación de los restos del general San Martín. Un largo viaje de 30 años (1850-1880)" de Martín F. Blanco y Roberto A. Colimodio, Edición de autor. Buenos Aires, 2019. Se publica por gentileza de sus autores.

[1] Memorias de la Municipalidad de Buenos Aires. Resumen correspondiente a los años 1856/1857.

[2] La otra estatua a la que hace referencia el texto correspondió al General Manuel Belgrano.

[3] Memorias de la Municipalidad de Buenos Aires. Resumen correspondiente al año 1860, pág. 38.

[4] Escultor y medallista (1801-1887), educado en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París y distinguido como Caballero de la Legión de Honor.

[5] Benjamín Vicuña Mackenna sostuvo que ”La primera idea había sido poner una espada en la mano del Libertador, pero al escultor observó, con justicia, que aquella arma era mas bien emblema de conquista que de redención y por esto se cambió en el oriflama coronado por la efigie de la libertad”.

[6] OTERO, José Pacífico: “Historia del Libertador Don José de San Martín”. Buenos Aires, 1978, T. VIII.

[7] Memorias de la Municipalidad de Buenos Aires. Resumen correspondiente al año 1861, pág. 137.

[8] Reproducida en el diario La Nación, en su edición del día 22.Feb.1878 (Número 2260).

[9] En 1910 se le agregó una nueva base con relieves y grupos escultóricos a cargo del alemán Gustavo Eberlein cambiándose la orientación hacia el Norte como la conocemos actualmente.

[10] En años posteriores este modelo fue copiado y replicado en varias estatuas a lo largo del país y del mundo, lo que motivó una queja y reclamo económico de los herederos del escultor ante el gobierno argentino, que no tuvo resolución favorable para ellos.

[11] Memorias de la Municipalidad de Buenos Aires. Resumen correspondiente al año 1862.

[12] La Comisión de fiestas de la Municipalidad informó que la elección de Zapiola como padrino de ceremonia se debió “no solo a la antigüedad de su rango, sino la asociación de sus servicios a la época y al héroe cuya memoria queremos perpetuar”. Por cuestiones de salud, el héroe no pudo concurrir.

[13] ANTOLOGÍA SANMARTINIANA, “La estatua de la Patria a San Martín”. BA. 1950. Páginas 338/339, Ángel Estrada y Cía. Editores.

[14] GUTIERREZ, Juan María, “La estatua del General San Martín y su inauguración el día 13 de Julio de 1862 en Buenos Aires” . 1863. BA. Imprenta del Plata.

[15] ANTOLOGÍA SANMARTINIANA: “La estatua de la Patria a San Martín”.

[16] MAYOCHI, Enrique: “La Repatriación de los restos de San Martín”. Anales de la Academia Sanmartiniana. T. 15. BA. 1993.

[17] A este respecto, con fecha 30.Ene.1863 la Comisión del Paseo de Marte, informó al Vicepresidente de la Municipalidad de Buenos Aires que “…en pocos días por el paquete “Moliere” del Havre, aguarda la Comisión catorce bultos que contienen la reja de hierro que ha encargado a París, para deja concluido con ella, ese monumento de gloria y de respeto para los argentinos” Ver en Memorias de la Municipalidad de Buenos Aires. Resumen correspondiente al año 1862, pág. 301/302.

[18] Carta reproducida en el diario La Nación, en su edición del día 22.Feb.1878 (Número 2260).

[19] Carta del 8.Set.1862. Original en Archivo Mitre. Fondo édito. Presidencia de la República Doc. 2878.

[20] 13.Ago.1857.

[21] SARMIENTO, Domingo F.: “ El General San Martín”. Galería de Celebridades Célebres Argentinas. BA. 27.Ago.1857. Reproducido en sus Obras Completas, T. 3. “Vida de San Martín” . Ed. Claridad. 1950. BA.

Recursos