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Instituto Nacional Sanmartiniano

Biografía del General Juan Gregorio de Las Heras.

El General Juan Gregorio de Las Heras se destacó por sus acciones en toda la guerra por la independencia sudamericana, y en especial, en el repliegue ordenado de las fuerzas patriotas en la Sorpresa de Cancha Rayada. En el aniversario de ese enfrentamiento, compartimos con ustedes la biografía del héroe de Jacinto Yabén.

Guerrero de la independencia sudamericana. Juan Guarberto Gregorio de las Heras nació en Buenos Aires el 11 de julio de 1780, siendo sus padres el caballero español D. Bernardo Gregorio de Las Heras y la porteña, doña Rosalía de la Gacha. Fueron sus abuelos, D. Francisco Gregorio y doña Catalina García de Las Heras, lo que se hace notar para aclarar bien el apellido de este guerrero ilustre de nuestra epopeya emancipadora.

El niño de Las Heras cursó estudios en las aulas del colegio de San Carlos y siguiendo el ejemplo de tantos otros hijos de distinguidas familias porteñas, se dedicó a temprana edad al comercio y en los comienzos de estas ocupaciones visitó Chile y el Perú, pero las mvasiones inglesas despertaron el espíritu marcial del futuro héroe, y más que todo, el amor a la tierra en que naciera, que fue a través de toda su larga vida el poderoso estímulo para sortear los obstáculos más difíciles que se le presentaron en su admirable carrera militar.

Inició su carrera de las armas en Buenos Aires, en 1806, como oficial miliciano, distinguiéndose por su valor y sangre fría en las dos jornadas de la defensa contra los Ingleses, el 5 y 6 de julio de 1807.

Al estallar la Revolución de Mayo, se hallaba en Córdoba, reanudando sus ocupaciones comerciales, y por cierto, muy grande ha debido ser la estima que gozaba entre aquel vecindario, que a raíz de la formación de un cuerpo de Patricios, quedó por opinión pública descartada toda candidatura local y el joven porteño fue designado Capitán de las milicias provinciales, en agosto de 1810, y el 24 de octubre del mismo año fue nombrado sargento mayor del precitado cuerpo de Patricios de Córdoba, que se encontraba en guarnición en dicha ciudad. Su entusiasmo patriótico y sus predisposiciones militares fueron aprovechadas por la Junta de Gobierno para encomendarle distintas comisiones en el interior de la República, y posteriormente, con Dorrego y otros oficiales argentinos, pasó la Cordillera para traer desde Chile auxilio de hombres y armamento. El 27 de octubre de 1812 se le confería el empleo de Comandante de la guarnición en Córdoba. En 1813, a pedido del gobierno de Chile, dispusieron las autoridades argentinas que marchase una columna de 300 hombres para sostener las fuerzas de aquel país que luchaban contra los españoles. La columna fue reclutada en las provincias de Córdoba y Mendoza, y una vez organizada esta fuerza, tomó el nombre de "Auxiliares Argentinos" y el sargento mayor D. Juan Gregorio de Las Heras tomó el mando en Jefe de la misma, la cual atravesó la Cordillera de Los Andes para participar en apoyo de sus hermanos chilenos. El 30 de diciembre de 1813, Las Heras recibía el título de "Comandante Interino de las compañías sueltas de línea", - cuerpo auxiliar de las Provincíai Unidas (1). Fue la primera fuerza nacional que condujo el pabellón argentino al país hermano, y allí tuvo figuración honrosa incorporada a las tropas del general D. Juan Mackenna: el 23 de febrero de 1814, el mayor Las Heras a la cabeza de 100 milicianos, combate en Cucha Cucha contra fuerzas españolas muy superiores, alcanzando su primer triunfo, por el cual el Gobierno Argentino con fecha 8 de agosto de aquel año, le concedió un escudo de honor bordado en Plata sobre paño azul, que decía "La Patria a los valerosos de Cucha Cucha, Auxiliares de Chile, año 1814".

Un mes después se producía la batalla de Membrillar (20 de marzo) y Las Heras se comporta de tal manera que, decidiendo también la acción en pro de los independientes, el general O 'Higgins, que mandaba en Jefe, lo felicita sobre el campo de batalla. También en esta acción, los valientes Auxiliares recibieron otro escudo de honor. Los Auxiliares de Las Heras participan igualmente en las acciones de Paso del Maule (2 y 3 de abril), Tres Montes y paso del río Clarillos (7 de abril) y Quechereguas (8 de abril), alcanzando nuevos éxito sobre las armas españolas. Por todos estos hechos de armas que consagran la personalidad militar de Las Heras, éste es graduado a Teniente Coronel el 3 de junio de 1814. Es en estos momentos que se produce el cisma entre los Carrera y O'Higgins, pero Las Heras es soldado de la gran causa americana y no empañará nunca el brillo de su espada poniéndola al servicio de la anarquía. Torna pues a su tierra; llega a Mendoza, donde ya está San Martín, y el bravo Jefe de los Auxiliares predice al futuro Gran Capitán de América, que la causa de los patriotas de Chile está irremisiblemente perdida por estas disenciones y que el territorio caerá en breve en manos de los realistas. Las Heras, llevado por sus nobles instintos y por mandato del mismo general San Martín, regresa a Chile, justamente a tiempo para proteger la retirada de los vencidos de Rancagua (2 de octubre) y enseñarles el camino a Mendoza: la retirada que él proteje es imponente, el enemigo no se atreve a atacarlos y Las Heras lleva a San Martín el poderoso elemento de aquellos valientes derrotados en Rancagua. El 11 de octubre debió soportar dos nuevos encuentros con los realistas en la cuesta denominada de los Papeles, al repechar la Cordillera de regreso a Mendoza. Aquellos restos menguados del ejército chileno, fueron acompañados de gran número de familias comprometidas en el movimiento emancipador, buscando su salvación en nuestra tierra: pobres las que no pudieron atravesar la cordillera; allí, en Chile sufrieron crueles persecuciones de los realistas. Por tan activo comportamiento, Las Heras el 23 de noviembre recibe la efectividad del grado de Teniente Coronel de Infantería de Línea. Ya en Mendoza, se incorporó al ejército de los Andes, encomendándosele la formación del Regimiento 11 de Infantería sobre las bases de los "Auxiliares de Chile", siendo Las Heras el organizador y el primer Jefe de aquel glorioso cuerpo del Ejército Argentino. El 13 de enero de 1816 fue graduado Coronel del Ejército.

Inteligentísimo colaborador del general San Martín, Las Heras fue llamado por su Comandante en Jefe, el 15 de enero de 1817, a su alojamiento, y bajo palabra de honor de guardar secreto, le comunicó que le confiaría el mando de la 1ra. División del Ejército que estaba destinado a abrir la campaña por el paso de Uspallata. El 18 de enero, Las Heras rompió la marcha por el camino señalado, atravesando Los Andes, tras penosa marcha: ya en territorio chileno, aparecen destacamentos enemigos que tratan de oponerse al avance de las huestes patriotas; la columna Las Heras tiene su primer choque con el enemigo en los Potrerillos, en donde derrotó una división de 600 realistas que estaban en observación; y nuevamente choca con 100 infantes en Guardia Vieja el 4 de febrero, rechazándolos y prosiguiendo su avance; el tercer choque se produce en Villa de Los Andes, el 8 de febrero, donde derrotó una partida de 60 hombres que se hallaban en aquel punto, dejando en su poder 2200 tiros de fusil, 60 caballos y otros pertrechos. No obstante estos obstáculos, el ejército se concentra en el valle de Putaendo y el 12 de febrero en la cuesta de Chacabuco, los adversarios están frente a frente: en esta jornada, Las Heras forma parte de la columna del general Soler, que como es sabido, tuvo rol preponderante en la acción.

El asombrado general realista, D. Rafael Maroto, ha concentrado en aquel punto una parte de sus esparcidas fuerzas y espera ansiosamente el ataque de los independientes: "¡Granaderos, flanco derecho, carguen!", es la voz de mando vibrante del valeroso Zapiola que arremete a la cabeza de su ola de centauros, con pavoroso retumbar de cascos y chirriar de aceros, destruyendo cuanto se opone a su paso: "¡Once de Infantería a la bayoneta!" es la voz enérgica del bravo ex-Jefe de los "Auxiliares de Chile". La lucha es recia, pero el resultado inequívoco del triunfo de los valerosos soldados de San MartÍn, es colmado de un botín hermoso y la persecución de los derrotados, corresponde también en parte al coronel Las Heras. En esta persecución, las fuerzas del valiente coronel D. José Ordóñez pierden toda su artillería, que cae en manos del ex-Jefe de los "Auxiliares".

Obtenida esta decisiva victoria, el general San Martín organiza una fuerza de 1000 hombres de las tres armas, que pone bajo las órdenes del coronel Las Heras, con la misión de terminar con los últimos restos del poder español en Chile. Las Heras inicia su marcha el 18 de febrero, con bastante lentitud debido a dificultades que no es posible enumerar, y el 4 de marzo atraviesa el Río Maule, uniéndose a las fuerzas del comandante Freyre, que había cruzado la cordillera por el paso de! Planchón.

El 4 de abril de 1817 batía en Curupaligüé (26 kilómetros al N. de Concepción) al coronel Ordóñez, que se había fortificado en la península de Talcahuano y que en conocimiento del avance de Las Heras, resolvió llevarle un ataque sorpresivo en la misma noche, para lo cual se pone en marcha con 700 hombres y 2 cañones, y en las primeras horas de la mañana siguiente cae en forma inesperada sobre las fuerzas de Las Heras acampada en el lugar de referencia. Las Heras que preveía el ataque, lo repelió por medio de mortífero fuego, replegándose sobre los retenes de la línea y cuando los realistas avanzaron, los patriotas ocupan una posición dominante, desde la cual rechazaron a los españoles, después de un reñido combate nocturno, tantas veces cuantas intentaron desalojar a los independientes de la posición ocupada. El mismo 5 de abril, Las Heras ocupó con sus fuerzas la ciudad de Concepcción. El día 20 del mismo mes batía en las vegas de Talcahuano, dos guerrillas que intentaban reconocer sus puestos avanzados.

O'Higgins, con el fin de dar mayor impulso a la campara del S., se pone en marcha personalmente al frente de 800 hombres. Las Heras, que había juzgado peligrosa su situación en Concepción, encerrado en una ciudad que no tenía más que un camino de retirada se retiró con su División al cerro de Gavilán. O'Higgins había llegado a Chillán con sus tropas: Ordóñez en conocimiento de esta novedad, resuelve atacar a Las Heras antes que sea reforzado y en tal virtud lo ataca con dos columnas, en su posición de Gavilán, en la mañana del 5 de mayo de 1817, y no obstante los violentos ataques de fuerzas muy superiores, Las Heras, acreditando serenidad y pericia maniobrera, batió una después de otra a las columnas españolas obligándolas a regresar al recinto fortificado, de donde habían salido varias horas antes, severamente acosados por los Granaderos a Caballo, al mando del mayor Manuel Medina.

Nuevamente la victoria corona las armas de la Patria, y los Granaderos persiguiendo al enemigo, contribuyen a marcar con sus corvos sables un jalón más hacia la consagración definitiva de la independencia americana. Justamente en aquellos momentos llegaban las puntas de vanguardia de las fuerzas que O'Higgins conducía, en los instantes solemnes en que los clarines del 11 de Infantería tocaban las dianas de la victoria. "Ha llegado S.E." dice Las Heras a O'Higgins, en el glorioso momento de escuchar las dianas de la victoria. "El general Ordóñez, acaba de ser derrotado". 3 cañones y mucho armamento, unidos a 192 muertos y 80 prisioneros, fueron los trofeos de la victoria.

El coronel Ordóñez vencido dos veces por Las Heras, ha logrado atrincherarse en la plaza fuerte de Talcahuano, donde ha jurado defenderse hasta morir. Su situación táctica es fuerte. O'Higgins que manda en Jefe, resuelve cortarle las comunicaciones para privarle de recursos. Para esto es necesario apoderarse de la línea de fuertes de Arauco, con la cual los reaIistas mantenían francas comunicaciones por el Bío-Bío y por mar. Estos fuertes fueron sistemáticamente conquistados, terminando su ocupación con el ataque y ocupación de los fuertes de Santa Juana y de San Pedro, en la acción llamada de Carampangüe, el 26 de mayo de 1817. El 19 de julio de igual año recibió orden O'Higgins, de sorprender los puestos avanzados del ejército y efectuar un reconocimiento de las fortificaciones de Talcahuano; rechazando a las avanzadas y persiguiéndolas hasta los fosos que circundaban la plaza.

Las fuerzas realistas que tenían a su cargo la defensa de Talcahuano fueron reforzadas por 1600 hombres enviados desde el Perú. El bloqueo terrestre continuó sin interrupción, y tuvieron lugar varios encuentros entre sitiados y sitiadores, hasta que O'Higgins, completamente reorganizado su ejército, dispuso de 3700 hombres de las tres armas, preparándose para el ataque de la plaza. Se estudiaron varios planes, pero finalmente prevaleció en el ánimo del General en Jefe el plan del General francés Brayer, que había impugnado Las Heras y que fue utilizado en lugar del suyo, más juicioso. O'Higgins impartió las instrucciones para que el ataque se lleváse en la madrugada del 6 de diciembre, dividiendo sus fuerzas en tres columnnas: una al mando de Las Heras, otra a las órdenes del Coronel Pedro Conde y la tercera, constituída por la caballería, estaba mandada por el Coronel Freyre. El papel principal es confiado a la coiumna de Las Heras. A las 3 de la mañana rompe la marcha el ejército sitiador: el objeto del ataque de la columna Las Heras es apoderarse en el sector izquierdo del frente realista, del reducto del Morro, considerado como la llave de todo el sistema fortificado y en seguida acometer por retaguardia a los defensores del sector central, tomando posesión del rastrillo comunicante por un puente levadizo con el exterior y favoreciendo así la irrupción en el interior del recinto, de la columna Freyre; una vez reunidas ambas columnas, tratarían de obtener la expugnación de las otras dos líneas fortificadas del enemigo. La columna Conde tenía por misión distraer la atención de las fuerzas españolas que guarnecían el sector derecho, convirtiéndo luego la acción demostrativa en decisiva, apenas las circunstancias lo permitiesen.

"La columna Las Heras, resistiéndo impávida las mortíferas descargas de los defensores del Morro, logró al cabo de un corto pero sangriento entrevero con el enemigo, en que solamente actuó el arma blanca, adueñarse de la posición, pero cuando en cumplimiento de la segunda parte de su programa táctico, quiso internarse en la península, se encontró con que una profunda cortadura, cuyo complemento - un puente levadizo - acababan de arrancar los realistas sobrevivientes en fuga, impedía el avance ulterior de los atacantes".

"Todos los esfuerzos de nuestros zapadores para salvar el obstáculo fracasaron por los efectos de la incesante ráfaga de proyectiles con que, tanto la fusilería como la artillería metropolitanas, empezaron a barrer sistemáticamente esa reducida zona de muerte y la situación de los conquistadores del Morro se hizo insostenible cuando amaneció, pues la luz del día vino a favorecer considerablementoe la eficacia del tiro adversario".

"Sin embargo, el bravo Las Heras se mantuuvo firme en su posición hasta que O'Higgins, convencido de que esas heróicas tropas se sacrificaron inútilmente, le envió la orden de retirada. Entonces, el valeroso jefe argentino mandó primeramente poner a salvo sus últimos heridos, clavó los cañones de que se había apoderado y conduciendo los numerosos prisioneros capturados en la jornada, salió batiendo marcha, bajo los fuegos de todas las baterías altas y bajas del campo atrincherado". Torna al campamento con la misma imperturbabilidad con que fuera al combate (es fama que avanzó con la espada bajo el brazo, señalando con la diestra a sus soldados el camino del triunfo), sin que lo arredrara el terrible fuego de la artillería hispana.

La figuración de Las Heras en aquel episodio fue brillantísima y su ejemplo podría servir de fecunda lección de dominio, valor y serenidad en el combate, para los militares de todos los tiempos.

General Juan Gregorio de Las Heras. Óleo patrimonio del Instituto Nacional Sanmartiniano. Donación Felipe Acevedo y Teresita Acevedo de Ordoñez.

Entretanto, siguen afluyendo a Chile los refuerzos españoles que envía el Virrey del Perú: el 4 de enero de 1818 llega a Talcahuano un nuevo refuerzo de 3400 hombres al mando del General Osorio, que unido a las fuerzas de Talcahuano, forman un ejército de más de 5000 soldados. Osorio ordena bloquear con la escuadra el puerto de Valparaíso, y por tierra emprende la marcha, llegando el 12 de febrero a las inmediaciones de Maule. Las Heras sostuvo la retirada del ejército desde Concepción hasta San Fermando, haciendo saltar las fortificaciones de la primera por orden de O'Higgins.

El Ejército Unido, fuerte de cerca de 7000 hombres, efectuó su reconcentración en Chimbarongo. Osorio ha continuado, empero, su marcha hacia el S. y el 15 de marzo se produce un encuentro sorpresivo entre fracciones de la vanguardia de ambos ejércitos en Quechereguas: los realistas acampan en Camarico, y San Martín acampa el 16 de marzo en Quechereguas. Divide su ejército en dos columnas y el 18 cruza el río Claro, continuando su marcha hacia el Sur, tratando de envolver al General Osorio que se retira hacia la ciudad de Talca. En la tarde del 19, las Caballerías de ambos Ejércitos libraron una acción sin mayor importancia. Despues de esta acción, San Martín desplegó su ejército en dos líneas con frente al sudoeste: una de las líneas, al mando del Coronel Hilarión de la Quintana, y la otra, al mando de O'Higgins. Entretanto, los Jefes españoles, considerando crítica su situación, en atención a tener a su frente un ejército superior numéricamente, y retaguardia un obstáculo tan importante como el caudaloso Maule, resuelven a instancias del valeroso Ordoñez, efectuar un ataque sorpresivo sobre el Ejército Patriota. Este ataque se produce con franco éxito, pues las tropas independientes se dispersaron en las sombras de la noche, especialmente la Caballería. El ataque se prosiguió en todas las direcciones, rompiendo el fuego intensamente, de modo que todo esto acrecentó la confusión del ejército patriota: pero a pesar de esto, el comandante Alvarado y el mayor Rondezani, con sus batallones, consiguen incorporarse a la primera línea, que por haber cambiado de posición, se salvó casi totalmente. Al relatar este momento de la trágica noche, dice el general Las Heras; "Ya eran las once de la noche; el estrépito de nuestra segunda línea dispersada y perseguida, se oía apenas, y el jefe de la nuestra, coronel Quintana, aún no aparecía; en esta circunstancia los comandantes de los cuerpos acordamos que, siendo yo el más antiguo y graduado, tomase el mando en Jefe."

En efecto: Las Heras, protegido por las sombras de la noche, se retira del campo de batalla en perfecto orden, salvando así una división de 3500 hombres y emprende una retirada admirable, en la cual realizó prodigios para mantener una sólida disciplina entre las tropas. Dió órdenes terminantes de que no se separase un hombre de las columnas y es fama, que habiéndose apartado dos soldados, con el fin de satisfacer el hambre que los acosaba, los hizo pasar por las armas, sobre la marcha. ¡Qué Jefe y qué energía! Así marcha 80 leguas: el 22 de marzo llega a San Fernando, cabiéndole el honor de ser recibido en Santiago con los honores debidos al General vencedor. Con su actitud, Las Heras había evitado también que la plaza de Rancagua, cayese en poder del enemigo, en la cual existían 12 cañones y cantidad considerable de municiones.

Afortunadamente para la independencia sudamericana, las fuerzas argentino-chilenas se concentraron en los comienzos de abril en la Loma Blanca, situada a 10 kilómetros al S. de Santiago. Allí esperaron a pie firme al general Osorio. Allí, en los llanos de Maipo, el Gran Capitán sellaría para siempre la independencia de Chile y consagraría gloria eterna para su nombre. El ejército patriota ha logrado reunir 4000 infantes, 1000 jinetes y 22 piezas de artillería. El enemigo cuenta con fuerzas equivalentes.

San Martín divide sus fuerzas en tres columnas de ataque: izquierda al mando de Alvarado, derecha al de Las Heras y la tercera, mandada por de la Quintana, como reserva del ejército, quedó a las órdenes directas del general San Martín, que también tenía bajo su mano inmediata la caballería del ejército. El 5 de abril se produce el choque, después de medio día, correspondiendo al heroico Las Heras iniciar el primer avance. Al comienzo del tiroteo, un proyectil feliz mata al caballo del general Osorio, lo que seguramente fue de mal augurio para éste. La batalla se desarrolla con singular violencia: Las Heras, como siempre, está en los puestos de mayor peligro. Su actuación es descollante y como de costumbre, es el héroe de la jornada. Allí se enfrenta por cuarta vez con el heroico Ordóñez, que en la Hacienda de Espejo, combate como un león. ¡Digno rival de Las Herasl Raras veces la historia registra que se hayan enfrentado por cuatro veces enemigos de esa talla. La lucha es recia, pero no obstante el valiente comportamiento de los batallones de Burgos, Arequipa, Concepción e Infantes de Don Carlos, los realistas ceden. Ordóñez se bate furiosamente con sus últimas legiones, pero su digno adversario no le cede en valor y está decidido a vencer definitivamente, consiguiendo finalmente deshacer los últimos restos del ejército español. El valeroso general Ordóñez cae prisionero en la cruenta lucha. Las Heras lo saluda y le ofrece su amistad, demostrando la nobleza que caracteriza a los valientes, cuando tienden la mano a otro valiente. Eran las 6 de la tarde de la jornada histórica del 5 de abril de 1818.

Los resultados de la batalla son por demás elocuentes y evitan todo comentario: las pérdidas realistas son: 12 cañones; 1 000 muertos; 1 General, 4 Coroneles, 7 Tenientes Coroneles, 150 oficiales y 2200 soldados prisioneros; 3850 fusiles, 1200 tercerolas, la caja militar, el equipo y la munición del ejército. No puede pedirse victoria más completa. La acción de Las Heras en esta sangrienta batalla fue principalísima y fue el nervio de la victoria, capturando en ella 4 banderas, 8 cañones de a 4, 12 carpas y gran cantidad de munición y de armamento; mereciendo por tan honroso comportamiento, los despachos de Coronel efectivo del Ejército, con fecha 13 de mayo de 1818 (con antigüedad del 15 de abril), así como también las condecoraciones que los gobiernos chileno y argentino otorgaron a los héroes de aquel día jubiloso para la causa de la independencia americana. Aquí en esta inmortal jornada, en la cual, como en todas las batallas de la época, se lucían los uniformes de gala, el bravo Las Heras se encontró con que no tenía su casaca por haber perdido todo su equipaje en la noche desastrosa del 19 de marzo, cuando sólo se ocupó de salvar la división de su comando; entonces, al enterarse San Martín de esta falta, ordenó a su asistente entregara al valeroso Coronel la mejor casaca de su equipo. "La mejor casaca de San Martín -exclama el general Mitre narrando este episodio-, estaba rota...!" ¡Qué hombres los de aquella época!... El 15 de abril de 1820 el Gobierno de las Provincias Unidas le otorgó despachos de coronel mayor y el 20 de junio de igual año, el de Chile le discernió el empleo de coronel general.

San Martín designa a Las Heras para tomar parte en las fuerzas expedicionarias del Perú en calidad de Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador, con techa 25 de marzo de 1820, embarcándose con las tropas en Valparaíso, el 20 de agosto de aquel año. Las Heras en el puerto de Pisco, fue el primero en pisar tierra peruana, el 7 de septiembre, revelando en todos los momentos una febril preocupación para que las fuerzas expedicionarias estén en plena eficiencia a la breveded posible, listas a marchar sobre el enemigo. Cuando San Martín asume la dirección política del Estado, Las Heras es designado General en Jefe del Ejército, con el cual asedió la plaza del Callao, desde el 11 de julio de 1821, fortaleza que atacó el 14 de agosto, malográndose el éxito por un incidente casual. El 7 de septiembre defendió a la ciudad de Lima contra la presión realista. El 8 de octubre de 1821 fue nombrado Consejero de Estado del gobierno del Perú, y el 22 de diciembre del mismo se le designó gran mariscal de aquel país; habiéndosele otorgado el empleo de mariscal de campo por Chile, el 5 de febrero de igual año.

San Martín había descubierto en el valiente general Las Heras a su más eficaz colaborador.

En la época en que el Gran Capitán abandonó el campo de operaciones en el Perú para no chocar contra su rival de glorias, el libertador de Colombia, y evitar una guerra civil que sería funesta para la causa de los pueblos de la América española que acababa de sacudir el duro yugo de la metrópoli, Las Heras, con fecha 7 de diciembre de 1822, abandonó el servicio de las armas y regresó a Buenos Aires, donde fue nombrado el 8 de agosto de 1823 por el gobernador Rodríguez, Ministro Plenipotenciario cerca de las autoridades españolas en el Alto Perú; habiendo llegado Las Heras hasta Suipacha, de cuyo punto no pudo pasar adelante por habérselo impedido el general Olañeta, que se había sublevado contra el virrey.

El 2 de abril de 1824 fue nombrado gobernador de la provincia de Buenos Aires, en reemplazo del general Rodríguez, realizando un gobierno de orden y de administración, considerado por los historiadores como uno de los más tranquilos y progresistas que registran los anales de nuestro país, sacudido por violentas borrascas políticas en aquella época de infortunios. En su administración trabajó con éxito para la organización nacional, contribuyendo a la reunión del Congreso General Constituyente que se reunió en Buenos Aires a fines de 1824.

El 23 de enero de 1825, el gobernador Las Heras fue encargado del P.E. Nacional, y en tal carácter dictó una serie de disposiciones que forman la base de la organización nacional, tal cual se siguiera después por su sucesor Rivadavia. Cupo al gobernador Las Heras y a sus ministros, Dr. Manuel José García y general Francisco Fernández de la Cruz, el honor de firmar el primer tratado con España que unió a la Madre Patria con sus antiguas colonias. El 2 de febrero de 1825 se celebró otro tratado entre el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata y el de S.M.B., de comercio y amistad.

Al general Las Heras le correspondió suscribir la declaración de guerra al Brasil, después de haber realizado inútiles tentativas para evitar el conflicto sobre la base de la desocupación de la Provincia Oriental por el Imperio. La ley del Congreso General federalizando la ciudad de Buenos Aires como Capital de la Nación, separándola del resto de la Provincia fue la causa determinante para que el glorioso soldado de Cancha Rayada se alejara del poder; siendo reemplazado el 7 de febrero de 1826 por el eminente estadista, D. Bernardino Rivadavia, que había sido elegido Presidente de la República el día anterior. Pero Las Heras continuó ejerciendo el gobierno de la provincia de Buenos Aires hasta el 7 del mes siguiente, en que Rivadavia declaró cesantes las autoridades provinciales, quedando la Provincia bajo la jurisdicción del P.E. Nacional. Las Heras, el 15 de marzo publicó una breve exposición explicando a sus conciudadanos su actuación pública y los motivos que le impulsaban a separarse de la provincia de su nacimiento.

Regresó a Chile, donde el 15 de abril de 1826 fue dado de alta nuevamente en el ejército. El 13 de febrero de 1828 fue promovido a general de división con antigüedad de 20 de junio de 1820. El 27 de marzo de 1830 fue dado de baja del servicio.

El 7 de octubre de 1842 fue reincorporado en su anterior empleo y llamado a calificar. El 4 de noviembre del mismo año fue retirado temporalmente.

El 1 de noviembre de 1843 fue nombrado comisionado ad-hoc del gobierno de Montevideo carca del de la República de Chile y también presidió en Santiago la "Comisión Argentina", formada por los emigrados o residentes en aquel país, la cual intervino activarmente para robustecer el poder de los ejércitos libertadores en campaña contra la dictadura, o fomentando las ideas de liberación de un gobierno tan puro.

El 17 de diciembre de 1845 fue declarado en cuartel por el gobierno de Chile, y el 30 de septiembre de 1851, miembro suplente de la Comisión calificadora de servicios. El 1 de octubre de 1861 se le designó Comandante General de Armas e Inspector General de Guardias Cívicas. El 10 de julio de 1862 se le nombró Inspector General inlerno del ejército y el 9 de agosto del mismo se le dio efectvo tan importante cargo. El 18 de abril de 1865 se le retiró completamente del servicio militar, con un total de 52 años, 1 mes y 24 días de servicios computados.

El 24 de noviembre de 1863 recibió un despacho del Presidente de la República del Perú, en el que se le nombraba miembro nato de una sociedad titulada "Fundadores de la lndependencia del Perú".

Este eminente soldado de la emancipación sudamericana falleció en Santiago de Chile el 6 de febrero de 1866, no sin que antes su Patria le reincorporara a la lista de sus generales después de 30 años de olvido. El general Las Herns formó su hogar en la capital chilena con doña Carmen Larrain, de la aristocrática familia de este apellido; hija de D. Martín Larrain, a cuya hacienda llegara el ilustre soldado el 20 de abril de 1826, después de haber dejado el gotierno de Buenos Aires.

En 1906 el Gobierno Nacional dispuso el traslado de los restos del prócer a su ciudad natal, lo que se cumplimentó en el crucero "25 DE MAYO", a bordo del cual se trasladaron a Chile el general Garmendia y el almirante Howard, en representación de las fuerzas armadas. El 20 de octubre de aquel año llegaban a la Capital de la República los restos de Las Heras que reposan en urna costeada por el publo chileno, rindiéndoseles los más altos honores, y cubiertos con el pabellón nacional que cubrió los despojos del general Mitre, fueron conducidos a la Catedral, donde descansan al lado de los del general San Martín su inconparable jefe.

El padre del General, D . Bernardo de Gregorio y Las Heras, nació en Velbis de la Jara, el 28 de agosto de 1749, y fue Regidor de Menores y Tesorero de Propios en el Cabildo de Buenos Aires, falleciendo el 18 de mayo de 1813. Se desposó el 27 de abril de 1771 con Rosalía Ventura de· la Gacha, que nació el 14 de julio de 1748 y falleció el 22 de enero de 1832.

El 30 de octubre de 1852 tuvieron lugar elecciones de gobernador en la Legislatura de la ciudad de Buenos A ires, con el siguiente resultado: doctor Valentín Alsina, 21 votos; general Manuel Guillermo Pinto, 18; y !os generales José María Flores y Juan Gregorio de Las Heras, uno, respectivamente.

Jacinto R. Yabén.

Fuente: YABEN, Jacinto R. "Biografías argentinas y sudamericanas". Editorial Metrópolis, Tomo III, Buenos Aires, 1939

(1) El Gobierno de Chile le otorgó el 1º de octubre de 1813 el empleo de " sargento mayor del Ejército Auxiliar de la República Argentina".