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Instituto Nacional Sanmartiniano

El retorno de San Martín en sus propias palabras

Un 9 de marzo de 1812, San Martín regresa a América desde Europa para ofrecer al gobierno de Buenos Aires su colaboración con la causa de la revolución e independencia americana. Colaboración especial del doctor Martín Blanco para el Instituto Nacional Sanmartiniano.

El 9 de marzo de 1812 no tuvo lugar ninguna batalla en el Rio de la Plata, tampoco acaeció ningún cambio respecto a las autoridades políticas de la nobel revolución, ni se dictó norma alguna que merezca su evocación. Sin embargo, aquél día debe ser recordado y considerado como un punto de inflexión en el drama emancipador.

En aquella histórica jornada la marcha de la independencia de las Provincias Unidas y de medio continente iba a cambiar definitivamente porque ese día arribó a Buenos Aires la fragata “George Canning” siendo uno de sus pasajeros el Teniente Coronel de Caballería José Francisco de San Martín.

El niño que dejó su Patria en 1784, retornó como un experimentado militar formado en el ejército español, cargando sobre sus hombros veintidós años en los campos de batalla al servicio de España bajo las órdenes de notables generales, entre ellos Antonio Ricardos, Francisco Javier Castaños, y su admirado general Solano.

Fue testigo además de las nuevas tácticas empleadas por el genio de Napoleón, habiendo enfrentado a sus huestes en los primeros años de la guerra de Independencia española, drama en el cual San Martín se destacó en los campos de Arjonilla y Bailén.

Regresó con una notable formación militar, por la rica y vasta experiencia en los diversos teatros de operaciones europeos, pero también con una brillante formación moral e intelectual, imbuido por los ideales de libertad, igualdad y fraternidad pregonados por la revolución francesa y desde luego por su devoción por la ilustración y los libros.

Su “librería” como él solía llamar a su importante biblioteca que lo acompañó en la travesía atlántica, y además sería testigo y protagonista de la gesta emancipadora de su dueño. Aquella representa una muestra cabal de una formación integral. Había allí importantes obras de historia, geografía, filosofía, derecho, entre otras. No en vano Adolphe Gerard,  el dueño de la finca donde falleció San Martin en Boulogne Sur Mer, que además era bibliotecario en aquella ciudad francesa, escribió en una extensa nota necrológica publicada el 22 de agosto de 1850 en el número 121 del periódico L´Imparcial, en la cual sentenció que “San Martín había leído todo lo que se podía leer”.

El futuro Libertador escribió en cuatro oportunidades los motivos que lo llevaron a abandonar su carrera militar en la península para regresar a su patria con una clara misión: la emancipación sudamericana.

Ya consagrado y habiendo cumplido la primera parte del su plan continental, mientras preparaba la campaña anfibia para liberar al Perú, el 21 de Junio de 1819 le escribió al Director Supremo de las Provincias Unidas,  Juan Martin de Pueyrredón, en estos términos: “Hallábame al servicio de la España el año 1811, con el empleo de comandante del escuadrón del regimiento de caballería de Borbón, cuando tuve las primeras noticias del movimiento general de ambas Américas y que su objeto primitivo era su emancipación del gobierno tiránico de la Península. Desde este momento me decidí a emplear mis cortos servicios en cualquiera de los puntos que se hallaban insurreccionados; preferí venirme a mi país nativo, en el que me he empleado en cuanto ha estado a mis alcances; mi patria ha correspondido mis cortos servicios colmándome de honores que no merezco…”. [1]

Tiempo después, mientras transitaba el exilio voluntario, en junio de 1827 desde Bruselas le escribió a su amigo y antiguo subordinado Guillermo Miller, que se encontraba redactando sus memorias y continuamente le enviaba al Libertador una lista con interrogantes referidos a sucesos de la guerra de la independencia, que este respondía en tercera persona, le escribió a Miller: "El general San Martín no tuvo otro objeto en su ida a América que el de ofrecer sus servicios al Gobierno de Buenos Aires: un alto personaje inglés [2] residente en aquella época en Cádiz y amigo del general, a quién confió su resolución de pasar a América, le proporcionó por su recomendación pasaje en un bergantín de guerra inglés hasta Lisboa, ofreciéndole con la mayor generosidad sus servicios pecuniarios que, aunque no fueron aceptados, no dejaron siempre de ser reconocidos."

En el epilogo de su vida, a los setenta años de edad, el anciano guerrero le escribió al Presidente del Perú, mariscal Ramón Castilla: “Como usted, yo serví en el ejército español, en la Península, desde la edad de trece a treinta y cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de caballería. Una reunión de americanos, en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos acaecidos en Caracas, Buenos Aires, etcétera, resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar. Yo llegué a Buenos Aires, a principios de 1812; fui recibido por la Junta Gubernativa de aquella época, por uno de los vocales con favor y por los dos restantes con una desconfianza muy marcada; por otra parte, con muy pocas relaciones de familia, en mi propio país, y sin otro apoyo que mis buenos deseos de serle útil, sufrí este contraste con constancia, hasta que las circunstancias me pusieron en situación de disipar toda prevención, y poder seguir sin trabas las vicisitudes de la guerra de la Independencia…”[3]

El 22 de julio de 1820 con todo listo para iniciar la última etapa del plan continental, San Martín lanzó una proclama a los habitantes de las Provincias Unidas que resume perfectamente los motivos su retorno y los sentimientos que albergaba “Yo servía en el ejército español en 1811. Veinte años de honrados servicios me habían atraído alguna consideración, sin embargo de ser americano; supe de la revolución de mi país, y al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía no tener más que sacrificar al deseo de contribuir a la libertad de mi patria; llegué a Buenos Aires a principios de 1812 y desde entonces me consagré a la causa de América: sus enemigos podrán decir si mis servicios han sido útiles”.

Resulta notoria la coherencia de sus apreciaciones expresadas en las distintas etapas y diversos contextos de su vida: En 1819 en el pináculo de la gloria luego de las decisivas victorias de Chacabuco y Maipú; en la primera etapa de su ostracismo voluntario donde el reconocimiento a su epopeya le era esquivo por parte de quienes detentaban el poder en la patria que había liberado;  en los años postreros de su vida, donde el viejo campeón de la independencia fue testigo del fallo de la posteridad que había empezado a correr el velo de la discordia para darle paso al verdadero mérito que merecía un Libertador.

Porque eso fue San Martín, un Libertador. Volcó su experiencia militar e intelectual no para conquistar o someter pueblos, lo hizo para liberarlos. Entre batalla y batalla, en medio del silbido de las balas fundó bibliotecas donando la suya. Sabía que la libertad obtenida por las armas debía ser asegurada necesariamente fomentando la educación, la ilustración de los ciudadanos.

No se desvió jamás del objeto que lo trajo a América, no participó en las luchas intestinas que asolaron a su patria. Fue austero como hombre público y en su vida privada. Cuando la obra de su vida estuvo cumplida se alejó del teatro de la gloria con la suprema y sagrada satisfacción de haber obrado bien.

Ese camino lleno de gloria y colmado de virtudes comenzó en silencio un 9 de marzo de 1812, no dejemos de recordarlo y evocarlo.

Por Martín Blanco. Abogado e investigador. Colaboración especial para el Instituto Nacional Sanmartiniano.

[1] Documentos del Archivo San Martin. Comisión Nacional del centenario. Tomo IV. pág. 465. Buenos Aires, 1910. Editorial de Coni Hermanos.

[2] Se trata de James Duff, Conde de Fife.

[3] Carta a Ramón Castilla. Boulogne Sur Mer, 11 de septiembre de 1848.

Alexander Norman Clark. Óleo. San Martín a bordo de la fragata "George Canning". Fuente: https://www.flickr.com/photos/sanmartiniano

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