Pasar al contenido principal
Instituto Nacional Sanmartiniano

El General San Martín y su papel decisivo en la declaración de la Independencia del 9 de julio de 1816

José de San Martín apoyó en forma decidida la formación del Congreso Nacional de Tucumán y la declaración de nuestra Independencia. “Preciso es que nos llamemos independientes para que nos conozcan y respeten”, afirmaría insistentemente. Por el licenciado Carlos Eduardo Larrosa (*)

En el imaginario colectivo se halla muy instalada la imagen icónica del General San Martín en el Cruce de los Andes, en su intervención activa en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) y en la victoria decisiva de Maipú. Indudablemente son tres momentos de enorme significancia simbólica.

Parecieran representar el punto culminante de su campaña colosal. Pero ello, en estrictos términos históricos, dista de ser así.

Es imperioso “levantar la lupa” para poder ver otros detalles significativos de su accionar durante la Guerra de la Emancipación Sudamericana y advertir así la profundidad del Plan Continental sanmartiniano.

Por lo expuesto, en este artículo me concentraré en uno de ellos, que es el de la insistencia del Libertador para que se declarase la Independencia cuanto antes.

La razón era institucionalmente relevante. Consistía en hacer saber a los ancestrales gobiernos europeos y a los novísimos americanos que:

  • Las Provincias Unidas del Río de la Plata eran una nación independiente.
  • Que en ese carácter iría en auxilio de los patriotas trasandinos para asegurar definitivamente la Independencia de Chile; de otro modo nuestras fuerzas serían vistas como “rebeldes a la autoridad del rey de España” y no como un Ejército Libertador de un país decidido a regir su propio destino.
  • El propósito de cruzar los Andes sería el de liberar, no el de conquistar.
  • Concluida la campaña en Chile, se adoptaría idéntico temperamento con el Perú.

A continuación podrán leer una selección de testimonios epistolares, todos ellos de 1816, de los que emergen, con claridad meridiana, los objetivos de San Martín y sus fundamentos.

En enero de 1816 ya se encontraban en Tucumán algunos de los diputados de los pueblos de las Provincias Unidas congregados para declarar la Independencia. Tomás Godoy Cruz (representante de Mendoza), es uno de los destinatarios más frecuentes de las cartas del General San Martín en las que manifiesta su urgencia para comenzar las reuniones del Congreso:

“¿Cuándo empiezan ustedes a reunirse? Por lo más sagrado, le suplico haga cuantos esfuerzos quepan en lo humano para asegurar nuestra suerte; todas las provincias están en expectación esperando las decisiones de ese congreso: él solo puede cortar las desavenencias (que según este correo) existen en las corporaciones de Buenos Aires”.


El 24 vuelve, con pluma vigorosa, sobre el tema:

“¿Cuándo se juntan y dan principio a sus sesiones? Yo estoy con el mayor cuidado sobre el resultado del congreso y con más si no hay unión íntima de opinión”.


El 12 de marzo expresa su beneplácito ante las que considera buenas noticias:

“Su comunicación del 24 pasado llegó a mis manos y fue tanto más satisfactorio, cuanto me anuncia la reunión próxima del congreso; de él esperamos las mejoras que nos son necesarias, y si éste no lo hace, podemos resolvernos a hacer la guerra de gaucho”.


San Martín también tiene en mente las decisiones por tomarse, preocupado por la posible implantación de un sistema político que ponga más énfasis en las autonomías locales que en la unidad de esfuerzos para alcanzar los objetivos comunes, en un momento en el que no era conveniente exhibir fisuras. Por esa razón, el 24 de febrero, dice a Godoy Cruz:

“Me muero cada vez que oigo hablar de federación. ¿No sería más conveniente trasplantar la Capital a otro punto, cortando por este medio las justas quejas de las provincias? ¡Pero federación! ¡Y puede verificarse! Si en un gobierno constituido y en un país ilustrado, poblado, artista, agricultor y comerciante, se han tocado en la última guerra entre los ingleses (hablo de los americanos del Norte) las dificultades de una federación, ¿qué será de nosotros que carecemos de aquellas ventajas? Amigo mío, si con todas las provincias y sus recursos somos débiles, ¿qué nos sucederá aislada cada una de ellas? Agregue Ud. a esto la rivalidad de vecindad y los intereses encontrados de todas ellas, y concluirá Ud. que todo se volverá una leonera, cuyo tercero en discordia será el enemigo.”


El 12 de marzo, trata el tema relativo a la situación del Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas y ratifica su opinión siempre favorable y respetuosa hacia su amigo, el General Manuel Belgrano:

“En el caso de nombrar quién debe reemplazar a Rondeau yo me decido por Belgrano; éste es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural; no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame usted que es lo mejor que tenemos en América del Sur”.


El Congreso, por fin, comienza a sesionar el 24 de marzo de 1816.

Todo cuanto trata el Congreso de Tucumán es de suma importancia, pero, para el Libertador, un asunto es prioritario sobre otros, según le expresa a Godoy Cruz en carta fechada el 12 de abril:

¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra Independencia! ¿No le parece a usted -agrega- una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos. Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación, y por otra parte el sistema ganaría un cincuenta por ciento con tal paso. ¡Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas! Veamos claro, mi amigo: si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito.[i].


Como Godoy Cruz responde argumentando que la declaración
“no es soplar y hacer botellas”, San Martín le replica el 24 de mayo:

“Veo lo que usted me dice sobre el punto de la independencia: no es soplar y hacer botellas; yo respondo a usted que mil veces me parece más fácil hacerla que el que haya un solo americano que haga una sola.”.


A hacerse por el Congreso la designación de Director Supremo, San Martín escribe el 19 de mayo a Godoy Cruz:

“Con esta remito un extraordinario para Pueyrredón: todo su objeto es tener con él una entrevista para arreglar el plan que debemos seguir: el tiempo es corto, hay mucho que hacer y las distancias son largas: en tres correos se pasa el invierno y hétele que llega el verano, nada se hace, los enemigos nos frotan, y la comedia se acabó a capazos.”


Por el correo extraordinario que menciona y con fecha del día anterior, expresaba San Martín a Pueyrredón:

“Ni mi salud valetudinaria ni sacrificio alguno es capaz de arredrarme. Al efecto, y para concretar los planes bajo de que debe obrar simultáneamente la nación, con cuyo principal impulso serán nuestros esfuerzos tan ineficaces como parciales, pido encarecidamente a V.E. se sirva permitir me persone en esa ciudad, en cuya entrevista tendré el honor de esgrimir ante las supremas autoridades lo íntimo de mis sentimientos con la sinceridad de un patriota que lo pospone todo a la gloria de consolidar la de su país.”


Pueyrredón, a poco de elegido, se dirige a inspeccionar el Ejército del Norte y a deliberar con Rondeau, a quien finalmente hace aceptar su relevo por Manuel Belgrano, cuya designación se hará el 10 de julio.

Superado este obstáculo, analiza y aprueba el 24 de junio una Memoria que se le ha remitido desde Buenos Aires y fue presentada el 20 de mayo por el oficial mayor de la Secretaría de Guerra, Tomás Guido, un documento de una importancia extraordinaria que muestra un profundo conocimiento de la situación política que se vive en Europa y en América, así como una precisa información respecto de las fuerzas que puede movilizar el virrey del Perú. Postula que el objetivo por alcanzar en forma inmediata es el de la restauración del antiguo Reino de Chile.

Lo sostiene con tres razones, que analiza exhaustivamente una por una:

  • Porque es el único flanco donde el enemigo se presenta más débil;
  • Porque es el camino más corto, fácil y seguro para libertar a las provincias altoperuanas;
  • Porque la restauración de la libertad en el país chileno consolidará la emancipación de América bajo el sistema a que induzcan acontecimientos posteriores.

El 24 de junio, Pueyrredón da su aprobación a la propuesta de Guido, toma acuerdos con los congresistas sobre diversos asuntos y el 10 de julio participa de las celebraciones religiosas y sociales que se hacen con motivo de la Declaración de la Independencia.

De inmediato viaja a Córdoba para encontrarse con San Martín. Tan decidido estaba a hacerlo, que el 6 de junio le había escrito desde Jujuy:

“(…) dentro de ocho días me pondré de regreso en Tucumán y con muy corta detención continuaré hacia la Capital: de modo que debo llegar a Córdoba del 10 al 12 de julio. Estoy convencido de que es sumamente importante que tengamos una entrevista para arreglar con exactitud el plan de operaciones, que sea más adaptable a nuestras circunstancias. Para esto, creo sería más conveniente señalar la ciudad de Córdoba. San Martín parte de Mendoza el 2 de julio y llega el 9 a Córdoba, donde se hospeda en la casa de don Orencio Correas.”.


La conferencia se prolongará por dos días y habrá total acuerdo.

El 22, San Martín escribe a Godoy Cruz:

“Me he visto con el dignísimo Director, que tan acertadamente han designado ustedes. Ya sabe usted que no soy aventurado en mis cálculos, pero desde ahora les anuncio que la unión será inalterable, pues estoy seguro que todo lo va a transar. En dos días, con sus noches, hemos transado todo Ya no nos resta más que empezar a obrar. Al efecto, pasado mañana partimos cada uno a su destino, con los mejores deseos de trabajar en la gran causa.”[ii]


Al pie de esta carta, Pueyrredón agrega un saludo y su firma.

Sobre todos estos avatares comenta el fallecido académico sanmartiniano Antonio J. Pérez Amuchástegui:

“De aquí en adelante, San Martín no se dio descanso, ni dio descanso a Pueyrredón y a las arcas fiscales: la expedición a Chile tenía que triunfar, aunque para ello el país quedara exhausto. Pueyrredón brindó a San Martín toda su colaboración, descuidando para ello muchas veces problemas gravísimos que hacían a la tranquilidad interior y a la buena administración, y que a la larga redundarían en su perjuicio”.


El Congreso decide el 29 de mayo constituir una comisión para que proponga un plan de trabajo. El proyecto es aprobado en junio y en la sesión del 9 de julio se escoge como primer tema del plan a considerar enseguida el relativo a la libertad e independencia del país.

Con relación a tan trascendente asunto, dice la crónica de “El Redactor del Congreso” que:

“(…) desde hace mucho antes de ahora ha sido el Objeto de las continuas meditaciones de los señores representantes, quienes contraídos en este acto a su examen, y conferidos entre todos los irrefragables títulos que acreditan los derechos de los pueblos del sur, y determinados a no privarles un momento más del goce de ellos, presente un numeroso pueblo convocado por la novedad e importancia del asunto, ordenaron al secretario presentase la proposición para el voto, y al acabar de pronunciarla, puestos en pie los señores diputados en sala plena, aclamaron la independencia de las Provincias Unidas de la América del Sur de la dominación de los reyes de España y su metrópoli, resonando en la barra la voz de un aplauso universal con repetidos vivas y felicitaciones al Soberano Congreso.”.


Martín recibe la gran noticia en Córdoba, donde se encuentra para deliberar con Pueyrredón. Y le escribe a Godoy Cruz:

Ha dado el Congreso el 16 de julio el golpe magistral con la declaración de la independencia; sólo habría deseado que al mismo tiempo hubiera hecho una pequeña exposición de los justos motivos que tenemos los americanos para tal proceder; esto nos conciliaría y ganaría muchos afectos en Europa”.[iii]


Y agrega:

“La maldita suerte no ha querido el que yo me hallase en mi pueblo para el día de la celebración de la Independencia. Crea usted que hubiera echado la casa por la ventana”.


Ya es de dominio prácticamente general que San Martín postula una expedición para salvar a Chile; en cambio, son pocos los que tienen idea concreta de que su plan es más osado y tiene por mira la destrucción del poderío fernandino en el Perú, en especial el baluarte más fuerte del absolutismo: Lima.

Surge la evidencia sustancial, de todo este intercambio epistolar y comentarios conexos, que San Martín no perdió jamás de vista hechos fundamentales de la política internacional del momento, ni tampoco los de la interna. Había que mostrar a Europa y al resto del mundo que las Provincias Unidas del Río de la Plata:

  • Eran una nación independiente.
  • Tenía ejércitos propios.
  • Esos ejércitos no buscaban conquistar, sino liberar.
  • Debían quedar en claro los motivos de nuestra Independencia.
  • El país debía permanecer unido mientras la guerra durase, dejando para más adelante la elección de las formas de gobierno que cada pueblo adoptaría, con la clara convicción de que debían ser limitantes del poder y que el absolutismo tenía que ser derrotado por completo y en forma definitiva.

El General San Martín supo ser, de este modo, garante de la Independencia Argentina y de la de nuestros pueblos hermanos de Chile y Perú.

En un día como hoy, hace doscientos cuatro años, se daba un paso trascendente en el proceso emancipador. Pero todavía quedaba por recorrer un largo camino, que no sería fácil, lo que jamás amilanó ni al Padre de la Patria, ni a sus soldados ni a los pueblos que estaban protagonizando, mancomunados, la gesta independentista.


(*) El autor es licenciado en Ciencia Política y guionista. Trabajó en el Museo Histórico Nacional y en el Museo Nacional de Bellas Artes. Es investigador sobre temas históricos. En la actualidad integra el “Staff” del Instituto Nacional Sanmartiniano.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA: “Documentos para la Historia del Libertador General San Martín” editados por el Instituto Nacional Sanmartiniano y publicaciones conexas.

[i] En esta carta queda claramente expresado que las Provincias Unidas del Río de la Plata hace mucho que vienen comportándose como un país independiente y que sólo faltaba dar el paso formal para presentarse ante el mundo con los vínculos rotos respecto de “Fernandito”, como llama despectivamente San Martín a Fernando VII, el rey de España obstinado en restablecer el absolutismo en los “dominios de ultramar”. El propio Himno Nacional Argentino, en su versión original y extendida, anuncia desde 1813 que “se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación”.

[ii] La palabra “tranzar” debe ser tomada como sinónimo de “acordar”.

[iii] En rigor de verdad, esos motivos los expresaba la propia letra original del Himno Nacional Argentino:

¿No los veis sobre México y Quito

arrojarse con saña tenaz? (bis)

¿Y cuál lloran, bañados en sangre

Potosí, Cochabamba, y La Paz?

¿No los veis sobre el triste Caracas

luto, y llanto, y muerte esparcir?

¿No los veis devorando cual fieras

todo pueblo que logran rendir? (bis).

Es muy importante poner de resalto esta estrofa, porque allí queda bien en claro que la guerra abarcaba medio continente y que sólo culminaría con la caída definitiva del poder realista con sede fuerte en Lima.