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Instituto Nacional Sanmartiniano

Cruce de Los Andes 2020. Crónica de una expedicionaria del Cruce.

El Instituto Nacional Sanmartiniano participó en enero pasado del "Cruce de Los Andes a caballo por el Paso del Planchón 2020" organizado por la Asociación Cultural Sanmartiniana de Lobos Cnl Dionisio Urquiola. Compartimos la crónica de Guadalupe Iriarte, una de las expedicionarias del Cruce.

Un “¡Viva la patria!” nos despide desde el punto de partida, nuestro querido Lobos, una experiencia única nos espera.

Cuarenta y seis expedicionarios de diferentes edades, ciento noventa kilómetros de cordillera, un paso histórico, muchas ilusiones, adrenalina y muchas historias que contar.

Dieciocho horas de viaje nos llevan a los Molles, un pueblito muy chiquito en la provincia de Mendoza.

Allí,nos espera un noble compañero para cada uno,un testigo silencioso de los sentimientos más profundos que el paisaje despierta.

La tierra y el caballo son los que guían el Cruce de los Andes que hace más de 200 años un ejército lo cruzó al mando del Teniente Coronel Freire, estos, que vieron el mismo paisaje y padecieron el mismo clima.

No dejo de lado a los arrieros, que conocen como nadie la montaña y que fueron tan importantes en aquellos años y, también, a los de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Lobos Cnl. Dionisio Urquiola , que están todo el tiempo acompañándonos, la gesta sanmartiniana se siente en cada uno de ellos y te contagian las ganas de saber cada vez más.

La geografía casi no se modificó desde entonces. La extrema curiosidad abunda por saber si podremos realizar este viaje. En realidad, no es un viaje, es la “Expedición Sanmartiniana de la Cordillera de Los Andes por el paso del Planchón”

Se trata de un recorrido de seis días, por una huella que aparece y desaparece. Donde la inmensidad de la cordillera te abraza.

El escenario vale la pena el sacrificio, el viento te corta los labios, el sol te quema y el aire falta pero la diversidad de los colores de la montaña frente a nuestros ojos son el mejor premio.

Algunos días se hacen largos y otros cortos, algunos cansadores, otros no tanto, pero todo tiene su recompensa, un plato caliente bajo un techo de un millón de estrellas.

Después, una habitación gigante y un colchón de primera clase, la montaña.

Amanece de nuevo, es el quinto día de cabalgata, el himno nacional se entona bien fuerte acompañado de algunas lágrimas de emoción y orgullo. Llegamos al hito, el objetivo se cumple y comienza a correr la recta final.

El cansancio se siente cada vez más, la fortaleza del increíble grupo hace que avancemos rápido, la última noche en la montaña se siente, un guiso y a descansar para el último día.

En lo personal, el día más largo, agotador y triste. Despedirse de tu compañero cuesta, las combis ya nos esperan para retornar a la base, el cruce ha terminado y entre la osadía de estar entre las entrañas de las montañas más imponentes del continente se me infla el pecho y las únicas palabras que se me vienen en mi mente son las dijo alguna vez José de San Martín: “Si somos libres, todos nos sobra”.

¡VIVA LA PATRIA!