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Instituto Nacional Sanmartiniano

Bicentenario del desembarco de la Expedición Libertadora en las costas del Perú

Doscientos años atrás, las tropas de la Expedición Libertadora al mando de San Martín desembarcaban en las costas del Perú. "No venís a hacer conquista, sino a libertar a los pueblos" proclamaría San Martín a sus soldados.

Un 8 de septiembre pero de 1820, doscientos años atrás, luego de varios días de navegación, las tropas de la Expedición Libertadora al mando del General San Martín inician las operaciones de desembarco en la Bahía de Paracas, en las costas del Perú, a unos 250 Km de Lima, capital del Virreinato del Perú y centro del poder colonial español en la América del Sur. La última etapa del Plan Estratégico Continental concebido por San Martín estaba en marcha.

Según Gerónimo Espejo en sus memorias, a eso de las diez de la mañana algunos escuadrones enemigos se aproximaron por la playa para observar los movimientos de desembarco, pero cañonazos de las naves los pusieron en dispersión. Las milicias locales presentes en la zona terminarían replegándose hacia Ica.

A eso de las dos de la tarde, las divisiones desembarcadas "emprendieron su marcha por la playa del mar, cuyo piso era un inmenso médano de arena suelta en que la tropa se enterraba hasta el tobillo". Antes de caer la noche tomaron posesión de la Villa de Pisco. Instalado en su puesto de comando, el Libertador dirigió una proclama a sus tropas, recordándoles que su propósito no era conquistar sino liberar a un pueblo hermano, y por tanto debían mantener siempre una excelente conducta, diciendo:

"¡Soldados del Ejército Libertador! Ya hemos llegado al lugar de nuestro destino, y sólo falta que el valor consume la obra de la constancia; pero acordaos que vuestro gran deber es consolar a la América, y que no venís a hacer conquista, sino a libertar a los pueblos que han gemido trescientos años bajo este bárbaro derecho. Los peruanos son nuestros hermanos y amigos: abrazadlos como a tales y respetad sus derechos como respetasteis los de los chilenos después de la batalla de Chacabuco.

La ferocidad y la violencia son crímenes que no conocen los soldados de la libertad; y si contra mis esperanzas, algunos de los nuestros olvidasen sus deberes declaro desde ahora que será inexorablemente castigado conforme a los artículos siguientes:

1. Todo el que robe o tome por violencia, de dos reales para arriba, será pasado por las armas, previo el proceso verbal que está mandado observar en el ejército.

2. Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será castigado con la pena del talión.

3. Todo insulto contra los habitantes del país sean europeos o americanos, será castigado hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las circunstancias.

4. Todo exceso que ataque la moral pública, o las costumbres del país, será castigado en los mismos términos que previene el artículo anterior.

¡Soldados! Acordaos que toda la América os contempla en el momento actual, y que sus grandes esperanzas penden de que acreditéis la humanidad, el coraje y el honor que os han distinguido siempre, donde quiera que los oprimidos han implorado vuestro auxilio contra los opresores. El mundo envidiará vuestro destino, si observáis la misma conducta que hasta aquí, pero ¡desgraciado el que quebrante sus deberes y sirva de escándalo a sus compañeros de armas! Yo lo castigaré de un modo terrible y él desaparecerá de entre nosotros con oprobio e ignominia.

Cuartel general del Ejército Libertador en Pisco y Septiembre 8 de 1820. SAN MARTIN".

Casi un año después de aquel desembarco, la proclamación de la Independencia del Perú sería realidad.

Créditos: Área de Comunicación y Sistemas