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Instituto Nacional Sanmartiniano

Balcarce, Mitre y la repatriación de los restos del General San Martín

Colaboración especial del doctor Martín Blanco para el Instituto Nacional Sanmartiniano en el 142º aniversario de la repatriación de los restos del Libertador General San Martín.

El 3 de mayo de 1880, Don Mariano Balcarce, yerno y albacea testamentario del General San Martín, tomó la pluma y desde París escribió una sentida carta al General Don Bartolomé Mitre, referida a la repatriación de los restos del Padre de la Patria.

En ella, Balcarce dio cuenta de lo imponente y solemne que fue la ceremonia de embarque de los restos mortales del ilustre argentino, al transporte de guerra argentino "Villarino", acaecida el 21 de Abril de dicho año en el puerto del Havre, desde donde los despojos del Capitán de Los Andes serían conducidos a su morada final, tal su deseo testamentario establecido en la cláusula cuarta de aquel instrumento.

A renglón seguido, con la tranquilidad de haber cumplido la manda testamentaria, Mariano Balcarce estampó elogiosos y sinceros conceptos sobre su padre político "... aunque mucho me ha costado la separación de los restos queridos de mí Padre Político, del que fuera mí protector, mí mejor amigo y el padre de mí virtuosa e inolvidable compañera, estoy satisfecho de haber cumplido su última voluntad".

Finalmente, habida cuenta la grave situación política que se vivía en Buenos Aires, producto de las candidaturas presidenciales de 1880, donde descollaba la figura del Gral. Julio A. Roca, como candidato y representante del Interior y a la firme oposición de Buenos Aires encabezada por Carlos Tejedor, ante ese escenario, Balcarce manifestó su deseo que el arribo de los restos del más grande argentino entre los grandes argentinos, contribuya a despertar sentimientos de conciliación y patriotismo en los partidos políticos en pugna, tal como el prócer intentó durante su brillante trayectoria, como también lo hizo el entonces Presidente de la Nación Don Nicolás Avellaneda cuando el 5 de abril de 1877 convocó al pueblo todo para cumplir el postergado deseo sanmartiniano, y conformó una Comisión Central de Repatriación compuesta por dirigentes de todos los partidos.

Lamentablemente los anhelos de Balcarce y Avellaneda no se cumplirían, el 28 de mayo de 1880 tuvo lugar la llegada a la Patria de los restos de San Martín, pero a pocos dias de aquella apoteosis, se iniciaron en Junio los sangrientos combates, donde logró imponerse Avellaneda, en lo que fue la última gran revuelta por la Organización Nacional de nuestro país.

Por Martín Blanco. Abogado e investigador. Colaborador asiduo del Instituto Nacional Sanmartiniano.

IMAGEN: "El cortejo fúnebre se estaciona frente a la catedral". Delia Suárez. Acuarela. En Estol, Jorge. Pinacoteca Virtual Sanmartiniana. Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 2006.

Transcripción de la carta de Mariano Balcarce a Bartolomé Mitre (gentileza doctor Martín Blanco)

París 3 de mayo de 1880.

Sr. General Dn Bartolomé Mitre

Mi querido Sr. General y amigo:

Veo con mucho gusto en su estimada carta de 1º de enero que sigue V. ocupado en escribir la historia del General San Martín, y que la interrupción momentánea que sufre este importante trabajo es debida al natural deseo de V. de conocer detalladamente todos los documentos que ha tenido V. la fortuna de encontrar, que arrojan seguramente nueva luz sobre hechos ignorados o mal apreciados hasta ahora.

Es para mi una gran satisfacción que usted se ocupe de ese trabajo, porque conociendo su imparcialidad, su elevado criterio, su alta competencia de V. estoy seguro de que en esa obra histórica sabrá hacer aparecer la figura del Gral. San Martín en toda su grandeza.

Mi padre político, después de dar libertad a las repúblicas sud americanas, tuvo la grandeza de alma de condenarse voluntariamente al ostracismo, para que su nombre no sirviese jamás de bandera en las luchas civiles que sobrevinieron poco después de la independencia. Creyó que el bien del país en que había nacido y al que tanto servicios había prestado, exigía este sacrificio y n vaciló un momento en hacerlo, sin embargo de lo doloroso que debía ser para él no volver a ver el teatro de sus hazañas.

Ya sabe V. que al morir manifestó el deseo de que su corazón reposase en la tierra que lo había visto nacer.

Hoy se cumple este deseo. El transporte  de guerra argentino “El Villarino” lleva a las playas de la patria las cenizas de aquel ilustre ciudadano y el pueblo argentino reconoce todo lo que le debe a San Martín y honra su memoria con la erección de un monumento que perpetúe en las futuras generaciones el recuerdo de sus grandes hechos, resultado al que habrá V contribuido poderosamente con su elocuente pluma de historiador.

Por los periódicos que le remito por separado, se enterará V. de la ceremonia del embarque de los restos del gral. a bordo de “El Villarino” que tuvo lugar el 21 del corriente en el Puerto del Havre. Fue un acto verdaderamente imponente, al que la presencia de muchos compatriotas, del Cuerpo diplomático Sud-americano,  de los Cónsules del Havre y de las autoridades civiles y militares francesas daba gran solemnidad.

Aunque mucho me ha costado la separación de los restos queridos de mi Padre Político, del que fue mi protector, mi mejor amigo y el Padre de mi virtuosa e inolvidable compañera, estoy satisfecho de haber cumplido su última voluntad y cooperado a los honores fúnebres que se le han recibido.

Mi satisfacción será aún mayor, si su llegada a Buenos Ayres contribuye a despertar sentimientos de conciliación y patriotismo en los partidos políticos que hoy se agitan, cuya exaltación hace temer complicaciones y conflictos que pondrían en peligro la paz y el porvenir de la República.

Que la razón y la abnegación de nuestros hombres políticos eviten tan gran calamidad a nuestra querida Patria y que ella pueda seguir prospera y feliz en la vía de la unión y del progreso iniciada por la ilustrada administración de V. el año de 1862, estos son los votos de este compatriota y amigo que desea a V toda clase  de felicidades y se repite de V. atento seguro servidor.

M. Balcarce

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